“El día de la boda se vende como el gran prólogo del “para siempre”. Un instante suspendido entre flores, fotógrafos y mantelería impecable que, según la industria, debe ser inolvidable… y caro. Pero la ciencia tiene un giro inesperado: varios estudios sociológicos han observado que las parejas que gastan más dinero en su boda —y especialmente en el anillo— tienen mayor probabilidad de divorciarse. Sí, el lujo podría estar erosionando el propio vínculo que pretende celebrar”.

No me extraña, después de una boda en la que los contrayentes interpretan el papel de aristócratas, las dificultades del día a día se hacen más cuesta arriba.