En la España rural, donde se teme al silencio de las casas vacías y las escuelas cerradas, dos pueblos han sabido transformar la llegada de migrantes en una forma en la que dar un impulso social y económico a la localidad. En Burela, en la costa de Lugo, y en Burbáguena, en el corazón de Aragón, la diversidad ha dado vida a estos pueblos.