Trump deberá explicar al pueblo estadounidense [y al mundo] por qué se ha pasado meses, y especialmente esta última semana, oponiéndose con fuerza a un ataque israelí y defendiendo la diplomacia para desarticular el programa nuclear iraní. Durante el viernes, no solo celebró los bombardeos, describiéndolos como “excelentes”, sino que reconoció que conocía los planes de Tel Aviv, que requirió de su aprobación para usar cierto armamento, así como de su inteligencia –según ABC News– para atacar con tal precisión las instalaciones nucleares.
Mientras el primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, con quien mantiene una relación conflictiva, vende los bombardeos como la única manera de desarticular el programa nuclear de Irán, Trump los interpreta como una estrategia de presión para que Teherán negocie. Y lo hace cuando se ha pasado los últimos dos meses, desde que comenzaron los contactos, defendiendo lo contrario: que un ataque israelí haría colapsar las negociaciones, como finalmente ha ocurrido.